lunes, 22 de octubre de 2012

Expectativas de la produccion mundial de alimentos: Una vision la futuro cercano


 
La población mundial pasará de los seis mil millones de personas actuales a los ocho mil trescientos millones en 2030. La población crecerá al promedio anual del 1,1 por ciento hasta el 2030, un ritmo más lento de la media anual del 1,7 de los últimos 30 años. Cada vez es mayor, además, la parte de la población mundial que está bien alimentada. En consecuencia, el aumento de la demanda mundial de productos agrícolas tendría que disminuir ulteriormente, pasando del promedio anual del 2,2 por ciento de los últimos treinta años al 1,5 por ciento anual hasta 2030. En los países en desarrollo el descenso será aún más fuerte pasando del 3,7 por ciento anual de los 30 últimos años al promedio de 2 por ciento hasta el 2030.

La población mundial, de aquí al 2030, se nutrirá cada vez mejor, con 3.050 kilocalorías (Kcal.) disponibles por persona, comparadas con las 2.360 Kcal. por persona y día de mediados de los años 60 y con las 2.800 Kcal. actuales. Este cambio refleja ante todo el aumento del consumo en muchos países en desarrollo cuyo promedio rondará las 3.000 Kcal. en el 2030.

Sin embargo, los países en desarrollo con niveles de consumo de bajo a medio, que representan alrededor de la mitad de la población de esas naciones, asistirán a un lento descenso en la demanda de alimentos que pasará apenas del 2,9 al 2,5 por ciento anual, y a un aumento del consumo por persona.


Se espera que el número de personas hambrientas en los países en desarrollo baje de los 777 millones de nuestros días hasta unos 440 millones en el año 2030, según el estudio de la FAO. Esto significa que el objetivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, de reducir el número de personas hambrientas a la mitad de los niveles de los años 1990-92 (815 millones) no se alcanzará ni siquiera en el año 2030. África subsahariana es motivo de profunda preocupación ya que el número de personas crónicamente subnutridas pasará sólo de 194 a 183 millones, dice la FAO.

Los modelos de consumo de alimentos se parecen cada vez más en todo el mundo y se orientan hacia alimentos de mejor calidad y más caros como, por ejemplo, carne y productos lácteos. El consumo de carne en los países en desarrollo ha pasado de los 10 kilos anuales por persona entre 1964-66 a los 26 kilos de 1996-97. Se prevé que aumente hasta los 37 Kg. anuales por persona en el 2030. La leche y los productos lácteos han experimentado también un crecimiento rápido, pasando de los 28 Kg. anuales por persona en 1964-66 a los 45 kg. actuales y podrían alcanzar los 66 Kg. en el año 2030. La FAO prevé que el aumento del consumo de carne y productos lácteos sea menos acentuado que en el pasado.

Los cereales siguen siendo con diferencia la fuente de alimentación más importante, tanto para la alimentación humana como para la producción ganadera y avícola. Para el 2030, serán necesarios mil millones más de cereales.

Los países en desarrollo dependerán, cada vez más, de la importación de cereales, carne y leche, ya que su producción no podrá satisfacer la demanda. Para el 2030 podrían producir solamente el 86 por ciento de los cereales que necesitan, mientras las importaciones netas pasarían de los 103 millones de toneladas actuales a los 265 millones de toneladas en el año 2030. Se espera que los exportadores tradicionales de grano como Estados Unidos, Unión Europea, Canadá, Australia y Argentina, y los países en transición como exportadores emergentes, produzcan el excedente necesario para colmar esta brecha. "Si los precios reales de los alimentos no aumentan y las exportaciones de productos industriales y servicios crecen como hasta ahora, la mayor parte de los países podrá hacer frente a la importación de cereales para cubrir las necesidades propias. Sin embargo, los países más pobres tienden a ser los menos capaces de pagar las importaciones".

El empleo de cereales para piensos no contribuye al hambre y a la subnutrición.Entodo el mundo unos 660 millones de toneladas de cereales se utilizan cada año para piensos, lo que representa poco más de un tercio del empleo total de cereales en el mundo. Si estos cereales no se utilizasen como piensos, probablemente no se producirían en absoluto, por lo que en muchos casos no estarían disponibles tampoco para alimento humano, según el informe. Es mas, la falta de demanda de cereales para la producción ganadera podría conducir a una producción inferior de estos cultivos.

Buena parte del aumento en la producción de alimentos en el futuro será debido a una mayor productividad. En los países en desarrollo, casi el 70 por ciento del aumento de la producción de cultivos se deberá a un mayor rendimiento; alrededor del 20 por ciento será debido a la expansión de la superficie de labranza y alrededor del 10 por ciento será el resultado de cultivos múltiples y a periodos de barbecho más cortos.

La expansión de la tierra cultivable destinada a la producción de alimentos crecerá más despacio que en pasado. En los próximos 30 años, los países en desarrollo necesitarán otros 120 millones de hectáreas para cultivos; esto significa menos terrenos nuevos, comparativamente, que en pasado. La expansión tendrá lugar, sobre todo, en África subsahariana y en América Latina. Una parte considerable de los nuevos terrenos procederá de la deforestación. En otras regiones en desarrollo, casi todo el terreno disponible está ya explotado. Diversos países y comunidades tendrán que hacer frente a problemas relacionados con la escasez de tierras.

Durante los años 90, el mundo perdió una superficie forestal de 9,4 millones de hectáreas anuales, casi tres veces la superficie de Bélgica. Sin embargo, el porcentaje de deforestación fue más bajo que en los años 90 y a nivel mundial se prevé que la deforestación siga disminuyendo en futuro, si bien buena parte de la expansión de la tierra cultivable tendrá que proceder de los bosques y las previsiones sobre el consumo mundial de madera en rollo industrial se espera que aumente en un 60 por ciento sobre el nivel actual.

El riego es fundamental para las existencias de alimentos en todo el mundo. La superficie irrigada en los países en desarrollo pasará con toda probabilidad de las 202 millones de hectáreas actuales a los 242 millones de hectáreas en 2030.

A nivel mundial todavía hay bastante agua disponible, pero algunas regiones tendrán que enfrentarse con graves restricciones. De aquí al 2030 se prevé un aumento del 14 por ciento en la extracción de aguas para el riego en los países en desarrollo. Uno de cada cinco países en desarrollo se verá afectado por la escasez de agua. Dos países: Jamahiriya Árabe Libia y Arabia Saudita ya utilizan más agua de regadío que la de sus recursos anuales renovables, extrayéndola del subsuelo fósil. En vastas zonas de India y China, los niveles de aguas subterráneas bajan de 1 a 3 metros por año. Estas regiones tendrán que usar el agua de forma más eficaz. La agricultura se lleva el 70 por ciento de toda el agua dulce extraída para el consumo humano. Ahorrar agua en la agricultura significa que habrá más agua disponible en otros sectores.

Las modernas biotecnologías podrían servir para mejorar la seguridad alimentaria. Si se abordan los posibles peligros que las biotecnologías pueden representar para el medio ambiente, y si se pone la tecnología al alcance de los más pobres y subnutridos y si estas tecnologías se orientan a satisfacer las necesidades de los que tienen menos recursos, las variedades modificadas de cultivos pueden servir de ayuda para reforzar la agricultura en las zonas marginales y para restablecer la producción en los terrenos degradados. La FAO ha pedido pruebas eficaces y protocolos de seguridad para los organismos modificados genéticamente, con el fin de dar una respuesta a las preocupaciones de los consumidores.

También han surgido otras tecnologías prometedoras que combinanel aumento de producción con una mayor atención al medioambiente. Entre ellas la agricultura de conservación sin labranza y la ordenación integrada de las plagas o de los fertilizantes. A nivel local, la agricultura orgánica podría ser una alternativa realista a la agricultura tradicional en los próximos 30 años.

La demanda futura de productos ganaderos y lácteos podrá ser satisfecha pero será necesario hacer frente a las consecuencias del aumento de producción, dice la FAO. La producción pasará de los sistemas de pastos extensivos a métodos más intensivos de carácter industrial. "Esto podría representar una amenaza para los 675 millones de campesinos pobres cuyo sustento depende del ganado. A menos que no se tomen medidas especiales, estos campesinos tendrán muchas más dificultades a la hora de competir y podrían verse marginados cayendo en una pobreza aún mas profunda. Con las políticas ambientales adecuadas, el crecimiento futuro de la demanda de productos ganaderos podría representar para las familias pobres una oportunidad de generar empleo y rédito adicionales. Será también necesario resolver los problemas ambientales y sanitarios de la producción de carne a nivel industrial (desechos, polución, difusión de enfermedades animales, uso excesivo de antibióticos).

Los cambios de clima podrían intensificar la dependencia de algunos países en desarrollo de las importaciones de alimentos. El efecto general del cambio de clima en la producción mundial de alimentos hasta el 2030 será limitado. Probablemente se potenciará la producción en los países en desarrollo. Los que sufrirán las peores consecuencias serán los agricultores en pequeña escala en las zonas afectadas por la sequía, las inundaciones, la invasión de aguas saladas o las fuertes oleadas marinas. Algunos países, sobre todo en África, pasarán a ser más vulnerables a la inseguridad alimentaria.

Las existencias de pescado en el futuro se reducirán por las limitaciones en la explotación de los recursos. Muchos bancos de peces marinos, ya en la actualidad, están completa o excesivamente explotados. La cuota de pesca de captura en la producción mundial seguirá bajando mientras la contribución de la acuicultura a la producción pesquera mundial continuará en aumento. La capacidad de la flota pesquera mundial debería llegar a un nivel en que las existencias de pescado pudiesen explotarse de forma sostenible, dice la FAO. "Las políticas del pasado han fomentado el desarrollo del exceso de capacidad y han incitado a los pescadores a intensificar las capturas más allá de los niveles sostenibles. Los responsables de las políticas deben tomar medidas para invertir esta situación". (FAO, 2012)

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